martes, 14 de septiembre de 2010

Me lo pido.

Se acaba el verano, aunque el calendario diga que aún queda una semana para que llegue el otoño, ya todo indica que no, que a efectos prácticos se ha terminado.

Se nota en el ambiente:
  • Han refrescado las temperaturas.
  • Ya no nos quedan días de vacaciones a disfrutar.
  • Nuestros hijos ya han empezado el cole... por fin, por Dios que vacaciones tan largas que tienen.
  • La Liga de Fútbol ya ha empezado, aunque algunos de los grandes todavía no se hayan enterado... y la liga de Campeones a la de ya, esta misma tarde.
  • Vuelven las series buenas a nuestros canales de televisión, por cierto, desde el 1 de septiembre, tenemos más canales en el TDT, aunque la misma basurilla por todos lados, salvo honrosas excepciones.
  • Se nos ha llenado el kiosco y los anuncios de la tele de coleccionables.
Y hasta aquí quería llegar yo. A los coleccionables, ya que podíamos leer hace unos día en medicosypacientes.com que "los coleccionables pueden provocar un trastorno obsesivo compulsivo en las personas con tendencia a sufrirlo. En los últimos años se ha detectado un aumento importante de casos en los que el coleccionismo exagerado ha desembocado en un trastorno obsesivo compulsivo o en una adicción a las compras."

Muñecas de porcelana, piedras preciosas, dedales del mundo, relojes, abanicos, dinosaurios, cursos de idiomas o tanques y barcos por piezas son algunas de las colecciones que estos días inundan los quioscos de todo el mundo. En principio, y "siempre que esta afición se cultive de forma controlada", coleccionar objetos es beneficioso desde un punto de vista psicológico, ya que permite desarrollar habilidades y actitudes muy positivas para el individuo, como la constancia, el orden, la paciencia o la memoria, entre otras, informó la Universidad de Granada en un comunicado.

Y en cuanto leí todo esto, intenté recordar qué coleccionaba yo de pequeño, y no me vino nada a la cabeza... y ahora de mayor, pues tampoco tengo nada destacable que comentar. ¿Será que mi hermano mayor coleccionó y sigue coleccionando de todo lo que se puede coleccionar y a mi me tocó el efecto rebote?



Ay, que haría yo sin mi mujercita, acaba de recordarme que sí, que mucho antes de que saltará el boom de Parque Jurasico en el cine, yo ya coleccionaba dinosaurios... ¿Y tú? ¿Cuál era tu colección favorita?

6 comentarios:

Berni dijo...

Con 16 años estuve coleccionando unos fascículos de naturaleza y animales que ni siquiera sé dónde quedaron (¿en la casa paterna, en un rincón del desván del pueblo...?), y hace unos tres años comencé otra de ópera. Ninguna de las dos las terminé...
Creo que me falta constancia... y dinero también, que las colecciones son un auténtico sablazo para el bolsillo :)
Salu2

Unknown dijo...

Hola Berni, gracias por compartir tu experiencia. La verdad es que el tema de los coleccionables, sobre todo los dichosos fascículos, a veces es interminable. Seguro que hay matrimonios que han durado mucho menos que el número de entregas de algunas colecciones, jajaja...

Emilienko dijo...

Pegatinas de fruta (las pegaba en las patas de la mesa camilla).
Los cartoncitos para sacar la bolsa de infusión del agua (llegué a llenar un cofre).
Cromos (adoraba el intercambio de repetidos en el recreo).

Unknown dijo...

Genial amigo Emilio, y que opinaba tu madre de encontrarse la mesa camilla llena de pegatinas? Jajaja... Yo también viví el intercambio de cromos, pero normalmente eran de futbol, y a mi de pequeño no me gustaba el fútbol.

Eso sí, tenía un bote de Colacao lleno de canicas, jajaja...

angelitapapafrita dijo...

Hola guapo!!!. Yo era una niña "rarita", coleccionaba comics,el TBO, Esther y su mundo, Yalahas Piffiado, Tintín, Asterix...todo lo que podía leer. Me tragaba hasta las novelitas de Marcial Lafuente y Estefanía, las de vaqueros que eran de mi padre y me las prestaba. También discos de cuentos (de Belter, que eran de colores).
Bendita infancia. Un beso.

Unknown dijo...

Tú sí que eres guapa, y rarita, sí, también. Me alegro de que aportes todas tus colecciones a esta entrada. Yo también leía todo lo que caía en mis manos de Asterix, pero tenía que ir a la biblioteca del pueblo a leerlos, jajaja...

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