Cuaderno de viaje, Budapest 2008.
[19 de mayo]
Al fin y al cabo, nosotros preocupados de que tengan más o menos ordenadores, más o menos conexiones wifi, más o menos wireless, más o menos networks, más o menos websites… en definitiva, intentando buscar el papel de las nuevas tecnologías en la sanidad, y cuando hemos perdido el horizonte y olvidado que realmente lo más importante son los pacientes, ni siquiera los médicos o enfermeras, ni mucho menos el personal administrativo de los hospitales, aunque esto sea tirar piedras sobre mi tejado, nos topamos con la más dura realidad encontrándonos de lleno en una unidad pediátrica de grandes quemados. Pero empecemos desde el principio…
Hoy era nuestra última visita a los hospitales y servicios de salud húngaros, y ya nos han dicho cual va a ser el resto de reuniones oficiales para esta última semana: el miércoles después de comer, que aquí quiere decir a las dos de la tarde, tenemos una reunión con nuestro coordinador húngaro para que le enseñemos lo que tenemos preparado para París, y aquí es cuando vienen las prisas de mis compañeros; y por último, la cena de despedida del jueves en el típico-barra-tópico barco que surca el Danubio buscando la iluminación de los edificios más destacables a ambas orillas del río.
Pues nada, hemos llegado al Bethesda Children Hospital y al principio pues cómo todas las demás reuniones. Nos ha recibido la “relaciones públicas” del hospital y nos ha presentado al Director-Gerente, que tras un pequeño discursito de lo bueno y lo estupendos que son, se ha marchado y nos ha dejado que siguiéramos visitando el hospital.
La verdad es que este hospital sí que esta por delante de otros muchos porque fue seleccionado por CISCO system y T-system para implantar en modo de pruebas una conexión wifi por todo el hospital, ya que este lo forman dos edificios separados al menos 800-900 metros, y les permite estar conectados todo el día, tener reuniones a primera hora de la mañana entre los médicos sin que los de un edificio se tengan que ir al otro a modo de video-conferencias, y ese tipo de cosas que para otros hospitales sería ciencia-ficción.
Pues nada, como querían enseñarnos lo mejor de ellos, y están especializados en una unidad de grandes quemados, y no os olvidéis que es un hospital pediátrico, nos han llevado por todas las habitaciones, y francamente, cuando hemos llegado a esta zona especial, el mundo se te viene abajo. Pequeños, algunos bebés de pocos meses, con prácticamente todo el cuerpo quemado, la verdad, se hace muy duro.
Yo pensaba que podía estar algo más sensible por acordarme en estos casos de Sergio y del pequeño susto que nos dio en enero, pero no, mis compañeros lo han pasado tan mal o peor que yo. Y es que no hay nada más terrible que ver a estos pequeñajos sufriendo tantos dolores, y aún así, la mayoría nos han regalado alguna tímida sonrisa, como diciendo, esta gente tan rara y que habla tan raro, a qué habrán venido a mi habitación…
En fin, que la sanidad es esto, casos y más casos particulares, y para cada uno, su familiar es el más importante del hospital, y cuando sufres tanto dolor cómo alguno de estos niños, en lo último que piensas es que mi papá tiene wifi en la habitación para que pueda conectarse al trabajo mientras me cuida, o alguna otra estupidez que hemos oído hoy de boca de nuestros anfitriones.
Pongamos los pies en el suelo, sí que está bien que la sanidad pueda estar más o menos informatizada, pero lo realmente importante es el cuidado de los pacientes, da igual la herramienta que uses, y mucho menos la informatización que hayas podido desarrollar en tus instalaciones… a mí quítame el dolor, y luego envías una carta o un email, como si tienes que mandar señales de humo al OEP para que te paguen mis tratamientos.
Pasando ya a temas más triviales, la elección que teníamos hoy para comer, después de la sopa obligatoria, aunque hoy ha sido la primera vez que he visto fideos como tal, era o coliflor con un filete de pollo, creo, o hígado con puré de patatas y guisantes. Después de visto lo visto, no teníamos mucho estomago para comer, ni mucho menos para quejarnos del menú, pero es que la coliflor no me gusta, y ya la tuve que comer el jueves pasado en Szent Imre Hospital, y el hígado menos, y la verdad, es que no me he enterado que era tal hasta que me he sentado a la mesa, pero como ya os he dicho, no estaba el patio para quejarse por chorradas, me lo he comido como un señor y punto, eso sí, con mucho pan y gran cantidad de agua. Menos mal que de postre volvíamos a tener una de las sabrosas tartas húngaras para quitar cualquier mal sabor de boca que si no…
Terminada la visita hemos ido a tomar una cervecita y hablar un poco del trabajo de la presentación de París, y viendo que la presentación que tenía hasta ahora era demasiado extensa para 10 minutos, he tenido una genial idea, que al compartirla con mis compañeros les ha parecido aún más genial, así que mañana tendremos que trabajar sobre ello.
Se trata de jugar con algo muy típico de Budapest, sus puentes sobre el Danubio, con las diferentes realidades de la ICT en Hungría. Es decir, jugar con el concepto de pasado, presente y futuro de la IT húngara apoyándonos en las imágenes de tres puentes que representen también la época pasada, presente y futura de la ciudad. Ya he preparado la base de la presentación con las fotos y ya sólo queda que mañana les dotemos de contenido a esas tres situaciones. He sugerido también que no puede quedar bien dar nombres de los hospitales para reflejar las distintas situaciones, por no herir susceptibilidades, y que bastaría con nombras las distintas realidades sin identificar a sus dueños.
A ver que nos sale mañana, será un largo día de trabajo.
1 comentario:
Estoy pensando en las ventajas de comunicación mediante videoconferencia de diferentes profesionales sanitarios vía red wifi intrahospitalaria.
Qué chulo. Me encantaría. Pero, ¿es rentable?
Por otro lado, es verdad que una enfermedad crónica infantil afecta laboralmente a los padres, pero ¿tenemos dinero para darles este apoyo, como el que pones en tu texto?
PD: Me encantan los setos del laberinto: cada uno de un color diferente.
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