Cuaderno de viaje, Budapest 2008.
[3 de mayo]
Lo que parecía que iba a ser un gran día, o al menos como el de ayer, no lo ha resultado al final tanto, pero que hacemos, nos quedamos con la botella medio llena o medio vacía… prefiero medio llena, sólo sea por la gorra del HOPE.
El plan según salía del apartamento esta mañana era visitar el Mercado Central, comer y luego visitar el planetario y alrededores, pues bien está lo que bien acaba, aunque podíamos decir que bien acaba lo que bien empieza aunque la tarde se haya complicado un poco.
La primera tarea que me encuentro nada más empezar es que se me ha terminado el taco de billetes de metro que nos dio el Dr. Harmat y voy a tener que enfrentarme al vendedor de billetes, porque la máquina sólo da billetes sueltos y yo quiero algo más económico, al fin y al cabo todavía nos quedan tres semanas por Budapest. En fin, que entre lo que yo me he explicado, él ha querido entender y Dios mediante, he terminado sacando un billete para siete días, hagas los viajes que hagas (menos mal, porque sin yo saberlo todavía, el día prometía lo suyo) y ya sea el metro, el autobús o el tranvía… así que voy a dedicarme estos siete días a sacarle buen rendimiento a estos 4000 HUF que me he gastado.
La primera parte de la mañana ha ido realmente bien, todo según lo planeado, y todo cumpliendo las expectativas que a priori me había creado. El Mercado Central francamente interesante, como edificio y como hervidero de masas… todo tipo de puestos, muy similares a los que te puedes encontrar en cualquier mercado central de España, y hasta he intentado fijarme bien en los productos que había expuestos, sobre todo en las fruterías, para ir cogiendo referencias de palabras sueltas húngaras, para luego poder enfrentarme con ciertas nociones a las cartas de menús de comidas, pero al cabo de un rato, me he dado cuenta que cuando intentaba recordar una se me habían olvidado tres, pero como ejercicio mental no ha estado mal.
He aprovechado el rato para hacerme una idea de qué comprar antes de que me vaya, y cumplir así con la segunda tarea de Pelayo: “comprar licor de la zona”. El día que estuvimos dando un paseo con Eija, tuvimos una conversación sobre un licor, llamado UNICUM, que debe ser típico de la zona, aunque un poco fuerte, y que no sé cómo derivó la conversación pero en vez de probar ese, terminamos degustando tres vasitos de chupito de tres licores de frutas diferentes, PALINKA, creo, y por cierto, el fin de semana que viene es la feria nacional de PALINKA aquí en Budapest, así que aprovecharemos también para ponernos al día y comprar algo para llevar a España.
Visto el mercado, mi intención era amortizar el dinero del pase del metro, yendo a comer al Hospital pero mi sorpresa ha sido mayúscula cuando me he encontrado con la cafetería cerrada y el siguiente cartel: horario de comidas de lunes a viernes de 12 a 14; los sábados de 12 a 13 (en mi reloj pasaban ya veinte minutos) y los domingos cerrados. Para no saber húngaro lo he visto más que meridiano, lo que me extraña entonces es por qué George Harmat nos dijo que podíamos comer allí todos los días de la semana, en fin, primer contratiempo del día, y a partir de ahí todo ha ido de mal en peor.
No encontraba ningún otro sitio para comer cerca del hospital, he ido por tanto a la zona del Planetario que tenía planeado para la tarde, y aquello era un desastre, ni Planetario ni alrededores, no se veía ni un alma, y no es que me hubiera equivocado, el Planetario estaba allí, cerrado y medio abandonado, o eso parecía, y los alrededores que en mapa parecían un explendido parque natural con grandes zonas verdes y zonas de recreo, era un bosque dejado de la mano de Dios, que cualquiera se metía a investigar dónde estaban las zonas de recreo.
Último recurso: el amigo Ronald Mc’Donalds, nunca falla, y menos mal, porque justo en esos momentos se ha torcido la climatología y ya no ha parado de llover prácticamente en toda la tarde. Después de comer, y con el clima adverso, me he acordado de mi nuevo pase semanal de metro-bus-tranvía y me he dispuesto a sacarle el mayor provecho, y máxime cuando no paraba de llover, así que me he montado en un tranvía y he recorrido toda la ciudad en un sentido y luego en el otro, no está mal, la verdad.
Para rematar la tarde, y poder decir que la botella sí que estaba medio llena, al ser todavía un poco pronto y que había parado de llover un poco, me he dedicado a los alrededores de nuestro piso y he descubierto más y mejores posibilidades de conectarme a internet. Mañana empezaré a disfrutar de ellas. Pero antes me espera una visita dominical al Parlamento, ya os contaré.
2 comentarios:
En Finlandia habia una cadena local de hamburgueserias que tenia mas implantacion que Ronald y su gente. Además, tenia varias que abrían 24 horas y a las 6 de la mañana había cola :P
Me está gustando tu diario, aunque como un buen hope, los primeros dias poco programa :)
La verdad es que sí, que nada más llegar nos pilló la festividad del 1º de mayo y fueron días demasiado ociosos. Ya llegarán nuevos capitulos, con más actividad, jajaja...
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