Cuaderno de viaje, Budapest 2008.
[14 de mayo]
Vuelta a la actividad y vuelta a lo mismo, nada nuevo bajo el sol. Hoy hemos visitado Szent Janos Hospital, un pedazo de hospital de unas 1.400 camas, que está compuesto por diferentes edificios, todos igual de viejos. En cierta medida, y salvando las distancias, me ha recordado un poco a la visita que hicimos hace unos años al Hospital de San Pau de Barcelona.
En fin, que en uno de los edificios nos esperaba el Dr. András Janosí, especialista en cardiología. Nos ha llevado a la última planta del edificio de su especialidad, donde había una sala de reuniones bastante apañada para lo que podíamos esperar de un sitio así, y nos ha ido contando las idas y venidas de ese hospital en particular y del sistema nacional de salud húngaro en general.
Después nos ha llevado hasta otro edificio, bastante estropeado y con una buena necesidad de adecentar algunas paredes. En ese edificio nos esperaba el departamento de informática, unas 12 personas para un hospital de 1.400 camas. A mí se me han hecho pocas comparando con FHC pero a Eija más.
Y es que ella, en su hospital, allá en Finland, para unas 500 camas tienen 27 informáticos, y algunos son además médicos y enfermeras, como es su caso, para poder conocer los términos médicos y específicos de cada profesión, y no sólo el lenguaje informático.
Nos han enseñado el servidor y alguna cosilla más, pero la sensación de caos era predominante en todo el edificio de informática. Ordenadores destripados por todos lados, impresoras, repuestos de tinta… era como un desguace de coches pero con ordenadores y demás equipos informáticos. También nos han contado la necesidad de contar con verdaderos informáticos con conocimientos muy especializados sobre el tema, pero con los salarios que puede pagar la sanidad, terminan todos marchándose a la empresa privada.
Como dato, de los 12 que allí tenían, sólo dos tenían conocimientos y habilidades especificas de la profesión (lenguajes informáticos, programación, etc.), el resto eran meros currelas, mecánicos de ordenadores que sólo sabían arreglar un ordenador o una impresora, pero si tenían que entrar en el funcionamiento interno del programa o tenían que hacer alguna operación, por muy sencilla que sea, de programación, no tenían ni idea.
Y hablando de salarios, lo que más me ha llamado la atención de hoy, es que nadie quiere hablar de los salarios ni de cómo se calculan sus nóminas. Hoy he intentado aprovechar la ocasión porque después del departamento informático, hemos pasado al departamento de estadística y financiación, una mezcla entre codificación y contabilidad, y por eso he intentado sacar el tema de cómo están los salarios, cómo se calculan las nóminas, etc., etc., es decir, todas esas cosas que nosotros hacemos todos los días en la Unidad de Recursos Humanos, pero nada, otra vez que se han cerrado en banda y no he podido sacar mucho más en claro que esto.
Parece ser que ellos envían la transferencia a la “municipalidad”, supongo que al ayuntamiento, y es aquí donde realizan las transferencias de nómina a los trabajadores. Cuánto, no lo sé; depende de noches, festivos, guardias o similar, no lo sé; quién calcula las nóminas, no lo sé. Pero no porque no lo haya preguntado, es que no me han querido contestar más que con evasivas a todas estas cuestiones.
Como dato he podido sacar en claro que el “salario mínimo interprofesional” en Hungría está en 70.000 HUF (unos 280 euros mensuales) y que el salario base de una enfermera está en torno a los 130.000 HUF (unos 520 euros mensuales), y que este es el motivo de que muchas de las enfermeras se marchen al extranjero a trabajar. Por cierto, no me olvido de los médicos, pero no nos lo han querido decir, o al menos, se han hecho “los orejas”, y nos hemos quedado como estábamos.
Respecto a la fuga de profesionales al extranjero debido entre otras cosas a los bajos salarios, nos comentaban que los médicos no habían salido tanto de Hungría como las enfermeras, pero que había estudios recientes entre los MIR actuales, y al menos un 60% tenía pensado irse del país.
Al final, y como en todas estas ocasiones, hemos acabado a eso de las 12:30 en el comedor. Por cierto, aunque en otros sitios habíamos compartido los mismos comedores que el resto de trabajadores (ya hubiera sido en el Ministerio, en la OPE e incluso en otros hospitales), en esta ocasión, aunque estábamos en la misma cafetería del hospital, nos han encerrado en un cuarto a puerta cerrada, y el único que entraba y salía era el camarero.
Por cierto, la comida como siempre, excelente y abundante. Para empezar, como no, una sopa húngara, seguido del típico plato de carne (en esta ocasión, pollo) con alguna salsa y alguna verdura y una buena razón de arroz (en esta ocasión con champiñones en el mismo). Y de postre, otra tarta especialidad húngara, y es que aquí tienen tartas de todos los gustos y colores, una buena porción (es decir, el plato a rebosar) y unas poquitas fresas como guarnición. Así, una vez más, hemos acabado hasta arriba de comer.
Nosotros los españoles no nos asustamos tanto, porque en España también se come mucho, pero la finlandesa no termina de acostumbrarse a las raciones de por aquí.
Menos mal que al cabo del día tenemos nuestras buenas caminatas, que si no… Eso, y que luego las cenas en el apartamento tampoco es que sean muy abundantes que digamos, pero es que hay que compensar.
Con la tarde libre por delante, hemos decidido visitar la Galería Nacional de Hungría, tres pisacos llenos de cuadros, al final ya cansaba un poco, pero el madrileño quería verlo… menos mal que Eija se ha aburrido tanto como yo y hemos terminado echando unas risas por todos los pasillos que si no…
En el último piso se podía salir a la cúpula del edificio a disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad, así que, aprovechando que ya había pasado el chaparrón, hemos salido a hacernos las típicas fotos de turista. Así que nada, mañana jueves ya, y una semana menos para volver a España. Pensándolo fríamente, solo queda un weekend y ya está, todo hecho, a coger el avión y a ver a mi chiquillo y a mi mujercita.
Bueno, verles lo que se dice verles, les veo casi todos los días a través de la webcam pero no es lo mismo, claro que no.
2 comentarios:
En los paises ex-sovieticos es costumbre que el paciente pague en un sobre al médico un "extra" para asegurarse una atención preferente. Algunos pacientes Rumanos al poco de llegar a España mantienen esa costumbre aunque la abandonan pronto.
El Dr, bonis, por aquí, que honor! Por Hungría más de lo mismo, también nos dejaron caer "off the record" esa posibilidad, y la gente así estaba acostumbrada a hacer... fea costumbre, me parece a mí, gracias a Dios que por estos nuestros 17 sistemas de salud no se ha mantenido esa tradición.
Un saludo, y muchas gracias.
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