Cuaderno de viaje, Budapest 2008.
[13 de mayo]
Pues nada, otro día de fiesta, otro día de turismo… y como aquí está haciendo muy bueno, no como en España, que me dicen que en Navarra están de alerta naranja, pues he decidido mezclar buen tiempo con turismo y he decidido irme de Baños termales.
Podríamos decir que los más conocidos son los GELLERT, que ya estuve con Mª Jesús en el 2004, luego están los más antiguos, los RUDAS, que como creo que no tienen piscinas al aire libre, me los reservo para otro día que no haga buen tiempo. Y después están los más grandes de Europa, los SZECHENYI, a los cuales he ido hoy.
La verdad es que la experiencia ha sido maravillosa, ni más ni menos que casi cuatro horas, pasadito por agua, pero han merecido muy mucho la pena los 2.800 HUF de la entrada, unos 11 euros al cambio. Hagamos un poco de historia; según las guías, estos baños son los primeros baños termales de la parte de Pest de la ciudad. Los manantiales fueron descubiertos en 1879, siendo los más profundos y de agua más caliente de la capital (74-75ºC). Los edificios neobarrocos fueron construidos en 1913, la piscina en 1927. Y ahí, en semejante entorno, me he dado uno de los mejores chapuzones de mi vida.
Aunque primero ha hecho falta encontrar los vestuarios, antiguos como todo el edificio, y luego la salida a la zona de piscinas termales, pero vamos, tras alguna confusión que otra he conseguido salir. Dentro del edificio, habría unas 10 piscinas termales, unas más grandes, otras más pequeñas, unas más calientes (38ºC), otras menos calientes (30-35ºC) la mayoría, aunque un par de ellas realmente frías (16 y 20ºC, respectivamente). Y luego estaba todo llenito de diversas saunas y baños turcos, el truco estaba en ir abriendo todas las puertas que rodeaban las piscinas, porque en todas, salvo en la que ponían que eran los servicios, te encontrabas una sorpresa, bien a modo de sauna (calor seco) o bien a modo de baño turco (calor húmedo) y en algunas estas era entrar y no veías a quien tenías delante al menos hasta que pasaban un par de segundos y te ibas acostumbrando al vapor.
Creo que no me he dejado una sola estancia sin visitar. Pero es que todo esto era dentro, lo bueno es que fuera, al aire libre, te encontrabas otras tres piscinas más, y eso con el añadido de estar rodeado de un edificio de ya casi 100 años, y bastante bien cuidado, por cierto.
La piscina central era la típica piscina olímpica que podemos encontrarnos en cualquier sitio, más grandes o más pequeñas, con los típicos corchos formando los largos para nadar y algún que otro chorrito por los laterales.
A su derecha nos encontramos con una piscina circular y bastante grande también, con sus escaleritas, sus chorros, sus fuentes para las cervicales. Esta piscina, según los carteles que he podido traducir, mantiene una temperatura de 30ºC en verano y 34ºC en invierno, parece ser que de octubre a abril, y por lo que dicen, aquí no se corta nadie, y con el frío que tiene que hacer, mantienen buenas cuotas de asistencia durante todo el año.
A lo que iba, en el centro de esta piscina nos encontramos con el típico jacuzzi con una capacidad de al menos 12-14 personas, y rodeando este jacuzzi como un corredor circular, en el que a ratos provocaban tal corriente circular, que se llenaba de gente dejándose llevar por la corriente y dar todas las vueltas posibles sin prácticamente hacer ningún esfuerzo.
Suena a tontería, pero lo he probado, y resulta francamente divertido, y eso que yo iba sólo… pero iban novios con novias, novias con novios, novios con novios, padres con hijos (que envidia), hijos con abuelos, incluso, abuelos con abuelas… que aquí no se corta nadie.
Y la otra piscina, a la izquierda de la olímpica, era más o menos como esta última que os acabo de describir pero sin lo del jacuzzi y sin corrientes circulares, tenía si cabe más chorros y más movidas de éstas que la otra, pero la gracia de ésta era, por un lado, que la temperatura era todavía superior, unos 38ºC, y por otro lado, que los aficionados al ajedrez pueden disfrutar de un par de tableros en los que jugar unas partiditas sin salir siquiera de la piscina. He estado echando un vistazo, y tanto jóvenes como mayores, parece realmente aficionados a este juego. No, no me he atrevido a jugar… lo mío es el parchís, jejeje…
Total, que de oca a oca y tiro porque me toca, me he dado cuenta que eran casi las tres de la tarde, que ya llevaba allí casi cuatro horas y que todavía ni siquiera había comido. Así que, lamentablemente, me he tenido que despedir de estas instalaciones, aunque si sigue el buen tiempo y el poco quehacer mientras esté por aquí, quién sabe, pueda que repita. Aunque primero quiero ver los otros, los baños RUDAS, y así habré visitado los tres baños más importantes de Budapest.
Por la tarde poco más, un paseo por la ciudad viendo otra vez las mismas cosas que todos los días, muy bonitas pero las mismas que la semana pasada, algún parque que no conocía, y es que he descubierto el placer de sentarse al sol a leer un rato algún libro, y para casa, a conectarse un rato con la familia y poner al día el correo electrónico, que ayer no pude hacerlo, y fin de la jornada.
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