Cuaderno de viaje, Budapest 2008.
[17 de mayo]
Ultimo fin de semana en Budapest, Luis (el compi de Madrid) como siempre con amigos de la capital visitando la ciudad, y Eija todo el fin de semana en un pueblecito cercano de Pécs en el que al parecer mucha gente de Finlandia tiene casita de vacaciones, y algunos amigos le habían invitado a pasar allí un par de días.
Así que como no tenía que dar explicaciones a nadie, y pensando que hoy iba a hacer bueno, tenía planeado ir a algún balneario con piscina al aire libre para aprovechar, pero como se ha levantado el día un poco nublado, he decidido ir a los Baños Termales RUDA, que como no tiene piscina exterior, pues así los visitó ya y me guardo los otros con piscina en el jardín por si mañana hacer mejor tiempo.
Los baños RUDA tienen unas instalaciones originales procedentes del siglo XVI y se siguen utilizando hasta hoy. Bajo la típica cúpula turca, de 10 metros de diámetro, sostenida por ocho columnas, se encuentra una pila octogonal, con el agua a unos 38ºC. Rodeando la estancia, tenemos en cada esquina una pequeña piscina con 28, 30, 33 y 42ºC respectivamente. Y si la de 28ºC está fría de narices, en la de 42ºC casi no se puede ni estar, yo lo justo me he mojado las piernas, pero no he podido aguantar más... cualquiera metía la "colilla" ahí dentro, jajaja...
La verdad es que donde mejor se estaba era en la piscina central, la octogonal, además tenía en la cúpula una serie de pequeños agujeros a modo de ventanas, con los cristales de colores, que iban pintando un dibujo la mar de llamativo en la piscina y los consiguientes reflejos en la sala.
Luego tenías también una zona de baños turcos en los que según entrabas casi no se podía aguantar el vapor, y por otro lado, la zona de sauna, curiosa también, porque era como un pasillo semicircular con tres zonas separadas por una puerta de cristal. Nada más entrar tenías una zona a 50ºC, si entrabas en la segunda puerta pasabas a 60ºC, pero si te atrevías a llegar al final del pasillo, te encontrabas con la zona a 70ºC, y es curioso, porque podías ver dónde estaba el carbón que originaba semejante calor, y cómo se encontraba al rojo vivo… vamos, que ahora sé cómo se siente la carne antes de ser puesta a la brasa. Aunque esa ha sido al final la zona que más veces he visitado porque no se aguantaba tan mal, era mucho peor la otra zona, la de los vapores.
Y después de tres horas de chapuzones y asadurías, me he ido dando un paseo a la calle Raday, una calle peatonal detrás del mercado central en la que están concentrados un gran número de restaurantes en los que puedes comer tranquilamente sin gastarte mucho dinero, además, al ser el último fin de semana, hay que terminar de visitar todos esos sitios a los que todavía no hemos ido, aunque solo sea por aquello de “Yo estuve aquí”.
Como no, Gulash para empezar, seguido de otro platazo de una especie de filetes de pavo rellenos de queso (mucho queso, estaba buenísimo) y cubierto todo ello con bacon, y acompañado con unas patatas asadas cubiertas también de quesito bien fundidito. La verdad, nos vamos apañando cada vez mejor con las cartas de los restaurantes, y ya somos verdaderos expertos. [Podéis ver la foto de semejante bomba culinaria al inicio de este post]
Mi intención después de un cafecito, expresso, era ir al Museo Nacional Húngaro, que está a escasos 5 minutos de la calle Raday, pero al llegar me he encontrado con todo el jardín lleno de puestos, de expositores, de actividades para los chiquillos… y es que al parecer se celebra este fin de semana la fiesta de los museos, y en cada puesto podías encontrarte folletos y actividades de todos los demás museos de la ciudad (que son unos cuantos, palabra) y de otras ciudades de Hungría, por si fueran pocos los de Budapest.
Y lo mejor es que había un escenario dónde se iban alternando grupos de rock, así que ahí me he tirado toda la tarde, en el museo, pero no como yo pensaba viendo las salas y exposiciones, sino tirado al sol, con una coca-cola y disfrutando de la música del país, y de las chicas que de vez en cuando se pasaban por delante, y es que por la tarde, ha vuelto a salir el sol, y daba gusto, no sólo por estar al sol, sino por lo guapas que se ponen por aquí las chicas en cuanto sale un poquito el sol.
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