El Reyno de los Cuatro Soles.
Capítulo 1: La Batalla del Agua.
Debemos remontarnos en el tiempo para entender la más reciente batalla en la que se han enfrascado los habitantes del Reyno de los Cuatro Soles. Hace tanto ya, que incluso era otro quién gobernaba sus designios, aunque no sea éste un Reyno que se caracteríce por reinados prolongados... aunque eso podríamos tratarlo en próximos capítulos.
Centremonos en el que hoy nos ocupa. Hubo un día en que el gobernador, generoso y con las arcas llenas, decidió recompensar a sus conciudadanos con dispensadores de agua por doquier, allá donde hubiera una esquina, se colocó uno de los mencionados dispensadores de agua, con lo que los paisanos ya no tuvieron que preocuparse de buscar el preciado líquido azul y podían concentrarse en sus quehaceres diarios.
Pasó el tiempo, cambió la cabeza visible que guiaba los designios del Reyno de los Cuatro Soles, llegaron reyes destronados de otros Reynos y llegaron tiempos de penurias, penurias económicas (que pueden aguantarse) y penurias de espíritu (que afean aún más si cabe). Y el gobernador en ciernes decidió racionalizar el agua a las masas.
Éstas, a las masas me refiero, lejos de entender la coyuntura actual, lejos de entender que habían venido gozando de aquel privilegio desde años atrás, en lugar de pensar y reflexionar en la situación de crisis general, hicieron aquello que más les gusta hacer: iniciar una batalla.
Pero no de las épicas, de las que acostumbraron a librar en tiempos mejores, sino esta vez, una de las batallas más estupidas que pueden librarse en un Reyno: la batalla del agua.
Ante la restricción de dispensadores acuíferos, se iniciaron una serie de escarceos a las fuentes vecinas. Allí donde había agua, había alguien dispuesto a quitarsela al compañero... Nadie se acordaba que no hace muchos años, el agua se iba a buscar al río y que nadie había perdido la vida en ello.
Ya era tarde para dar explicaciones, las mentes obtusas de la mayor parte de los habitantes del Reyno de los Cuatro Soles se habían enzarzado mezquinamente, no con los Reynos vecinos de Navarra y Aragón, mucho menos con los territorios hermanos del gran Pedro I, el Santo, esta vez se trataba de una guerra fraticida con un único objetivo: el control del líquido elemento! Y si había que pisotear al prójimo, se lo pisoteaba sin piedad!
Así cuentan nuestros mayores que se inició esta batalla, y así la hemos intentado transmitir. Es la primera, esperemos que no sea la última...
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