El código QR ha venido y nadie sabe cómo ha sido.
Cada vez más utilizado, sobre todo, en publicidad. Nos venimos encontrando con una imagen como ésta de aquí a la derecha que nos sirve como puerta de acceso con nuestros smartphones a una información más ampliada del producto en cuestión.
Pero lo que ya es rizar el rizo es lo que leíamos hace unos días: Una empresa de EE UU empieza a fabricar tumbas interactivas con código QR.
Un pequeño código QR inscrito en una pieza incrustada en una tumba puede permitir a los familiares y allegados del fallecido acceder instantáneamente de forma interactiva con un recopilatorio sobre el ser querido. Randy Allen puede llevar a sus hijos al cementerio y hacer algo más que contarle historias sobre su bisabuela. Ahora puede enseñarles fotos con un simple escaneo de teléfono.
Para flipar, no creéis?
Aquello del epitafio ya pasó a mejor vida (nunca mejor dicho), dónde esté un buen resumen audiovisual al que acceder enfocando con tu cámara al QR póstumo, que se quite lo demás. O ya puestos, un tweet a modo de entradilla y luego QR al canto.
Yo si eso voy preparando un photopeach para la ocasión, no me vayan a pillar desprevenido.
Ocasión inmejorable para colocar temazo de uno de mis clásicos, Bunbury – Requiem Para Un Cabrón:
2 comentarios:
Cosas veredes, amigo Sancho.
Jajajaj, flipante, no, alucinante, pero ca ver quien es el canalla que hace el mío. No me fío de vosotros. Que vais a contar de mí cuando yo haya muerto? o no era así el título de la Peli?
Besos, guapíiisimo
Nadie hablará d nosotras cuando hayamos muerto, Mercedes, aunque visto lo visto tampoco hará falta.
Y puestos a pedir, en tu resumen no podría faltar el trofeo pucheril, y todo lo que eso significa de lo buena persona que eres.
Feliz viernes!
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