Como muchos ya sabréis este fin de semana he estado en Pamplona, disfrutando con mujer e hijos de los sanfermines de día, y disfrutando con mujer y buenos amigos de los sanfermines de noche, y muchas son las cosas que he visto y muchas han sido las cosas que me han llamado la atención.
Me quito primero lo malo y así terminamos con buen sabor de boca. Lo malo es, y nunca me acuerdo de un año para otro, que es insoportable dar un paseo con los chiquillos por las calles de Pamplona porque cada dos pasos te invade las fosas nasales un insoportable olor a meados.... qué asco!
Lo curioso es que, esas mismas calles las recorres por la noche-barra-madrugada y como que no te enteras. Será que el kalimotxo te protege de todas estas cosas, que luego, a la luz del sol te echan para atrás.
Y ahora al grano, a lo que os quería contar. Una cosa que he visto y me ha gustado mucho, y a mi spiderboy también, es la cantidad y variedad de estatuas humanas que te encuentras por la calle: que si una princesita con su sombrillita parasol, que si una especie de trol salido de lo más oscuro de los avernos, que si un singular Minotauro -sin laberinto, eso sí-, que si un robot... así cienes y cienes, por estar, estaba hasta el bicho de Alien, que miedo!
Y observando sus movimientos, y la falta de los mismos hasta que una generosa mano les echaba una monedita, no sé por qué me ha venido a la mente la imagen de los muchos y muchos cargos directivos que inundan nuestros 17 sistemas de sanidad de esta España unida estos días por el fútbol, pero separada hasta para ir a comprar pan.
Estos directivos-barra-apoltronados (como diría el amigo @gerineldo), casi tantos como estatuas humanas hemos podido ver, e igual de variados: que si el trajeado; que si el engominado; que si el que sigue vistiendo de médico, por supuesto con su bata blanca, que es como una señal de ser un ser superior o como para decir, cuidado que yo aunque esté en un despacho, sigo siendo tan médico como tú... pero el pobre ya no se acuerda de la última vez que paso consulta; que si el que va de hippy con sus pelos largos y sus pulseritas de todo tipo, e incluso los hay que van de 2.0 y lo justito saben abrir el ordenador sin la ayuda de su secretaria...
Pues toda esta caterva de directivos es como la fauna variopinta de estatuas humanas que nos han llevado a esta reflexión en plena resaca sanferminera, y es que la mayoría de ellos sólo se mueve para salir en la foto, para aparentar y apropiarse de los trabajos que seguramente han hecho otros, y el resto del año, encerrados en sus despachos, quietos como una estatua, esperando a que alguien les eche su monedita para moverse.
Ojo, también los hay que son buenos directivos, aquellos que se han preparado profesionalmente para ello, aquellos que no están ahí por pertenecer a un partido o por defender unas siglas, sino por méritos propios, con el trabajo diario, esos que no necesitan que les echen una monedita para que se muevan.
Y para ellos va este post, algún día volverá uno de estos a nuestras vidas, y volveremos a sonreír, porque lo bueno que tienen además, es que te impulsan con ellos, se dejan ayudar, no les importa preguntar y tener en cuenta tus opiniones. En dos palabras: MOTIVACIÓN y LIDERAZGO.
2 comentarios:
Jejeje y encima como bien dices multiplicado por 17, que el cancer del sistema público de salud fué la descentralización.
Debería haber un pacto por la sanidad, o algo parecido, pero de los de verdad!
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