Cuaderno de viaje, Budapest 2008.
[16 de mayo]
Teníamos pendiente con HUMANsoft el ir a Pécs a conocer el proyecto que habían implantado allí y que permite tener conectados en red a todos los hospitales de la ciudad para un mejor seguimiento de los pacientes, así como el reporte mensual a la OEP, para la captura de fondos según la actividad.
Pues bien, a las 6:30 ha venido Verónica (la directora de marketing de HUMANsoft) a buscarnos, otra vez, grandes diferencias entre la empresa pública y la privada. Mientras que con George siempre hemos tenido que movernos en metro o tranvía, e incluso cuando ha hecho falta su propio coche, se trataba de un Opel, grande, pero no muy nuevo ni muy lujoso. En cambio, Victoria se ha presentado en un flamante FORD MONDEO último modelo y de gama alta, con asientos de cuero, salpicadero de madera, y tocas las tonterías que se le pueden pedir a un coche. De camino a la autopista hemos recogido a un periodista de la Asociación de Hospitales Húngaros, porque hoy en Pécs HUMANsoft tenía varias movidas importantes, y no se trataba sólo de llevarnos a nosotros.
Ya en la autopista nos esperaba András, el jefe de Verónica, también sin comentarios respecto a su coche, un VOLVO también completito de tonterías y de prestaciones. Pues bien, como Verónica nos había contado que el día anterior había tenido migrañas y no se había levantado muy bien, Eija se ha empeñado en que nos fuéramos los tres con Andras y le dejáramos a Verónica descansar, porque al final iba a conducir Peter, el periodista.
Una lástima, por partida doble, porque era, aunque todavía no lo sabíamos, la última vez que íbamos a ver a Verónica (guapa, muy guapa, según Eija se parece mucho a Eva Longoria -mujeres desesperadas-), y por otro lado, porque Andras es un señor ya mayor y no conduce igual que los jóvenes, y al fin y al cabo, pues un viaje de tres horas, son muchas horas. Así que otra oportunidad perdida para estar con gente joven…
Aunque como no hay mal que por bien no venga, como íbamos con el jefe nadie nos podía decir nada, y la verdad, es que este Andras es todo un señor y le gusta la buena vida, y como él no se priva de nada, pues todo el que va con él, termina disfrutando de esa buena vida de ejecutivo adinerado.
Primera muestra: aunque nuestro camino no nos permitía ver el Lago Balaton, típico lugar de recreo de los de Budapest los fines de semana y en verano, pues ha dicho, nada, nos desviamos un poquito y os lo enseño. La verdad es que ha merecido la pena, es un lago enorme, se veía justito justito la orilla de enfrente y tenía olas como en el mar, es más, ha dicho que la navegación en el centro del lago es bastante peligrosa, y sabe de esto porque es remero, y de los que ganan medallas.
Segunda muestra: a eso de las 8:30 nos ha preguntado si habíamos desayunado o no, pero que de todas formas, él siempre para en el mismo sitio cuando va a Pécs, y quería enseñárnoslo. Era una caseta a pie de carretera, es más, casi sin arcén, pero allí hemos dejado el coche casi en medio de la carretera, y nos ha dicho que teníamos que desayunar lo mismo que él: LANGÖS Y PALACINTAS, y cualquiera le lleva la contraria, además, el que paga siempre tiene razón.
El LANGÖS es una especie de churro, muy fuerte, bastante pesado, pero en lugar de forma alargada, tiene forma de tortilla de patata, y de sabor salado, es más, si a los churros te echan azúcar por encima, a esto le echan bien de sal, y no se quedan cortos, no. Y para compensar luego venían las palacintas, y no os dejéis engañar por el nombre, son los típicos crepes que se pueden comer en cualquier sitio. Un par de platos de palacintas saladas (con queso, creo), y un par de platos de palacintas dulces, unas con nueces y otras con distintas mermeladas de frutas.
Y ya bien desayunados en continuado nuestro camino. Al llegar a Pécs, Andras ha ido a cumplir con sus obligaciones, una rueda de prensa para cerrar oficialmente el proyecto que nosotros veníamos a ver, y mientras nosotros nos hemos quedado con un cardiólogo que nos iba a enseñar el programa informático que veníamos a ver.
Una vez terminadas nuestras respectivas obligaciones, hemos ido con Andras y con el rector de la Universidad, a conocer las dos cosas de las que al parecer estaban más orgullosos: los laboratorios y el Centro de Radiodiagnóstico. El laboratorio en parte me ha recordado a lo que vimos hace ya unos años en la visita a los Laboratorios de Referencia de Cataluña, pero así sin tener datos, pues sí parecía que estaban a la última de todos los procesos. Y de rayos menos idea aún, pero a Eija, que sí que entiende, sí que le ha llamado mucho la atención la buena calidad de las instalaciones, incluso el que tuvieran una máquina de “ultrasonidos de baja intensidad” o algo así, que al parecer sólo hay cuatro como esa en todo Europa, o eso he entendido yo.
Después de esto, nos han dejado una hora y media sueltos por el centro histórico de Pécs, porque Andras tenía que acudir a una fiesta de jubilación de algún pez gordo de la Universidad, que es dónde llevaban toda la mañana Verónica y Peter, y que no podía faltar porque él tenía que hacer entrega de las placas conmemorativas, así que otra vez a hacer un poquito de turismo, y aunque eran las dos, no podíamos comer porque Andras nos había dicho que luego nos iba a enseñar un sitio bastante bueno para comer, por lo que entendíamos que teníamos que esperar a que regresara para comer.
Y entre pitos y flautas, al final nos sentábamos a comer a las 16:30, algo normal en España, pero aquí nosotros pensábamos que era algo fuera de lugar, pero como ya he dicho, la empresa privada es distinta de la pública, aquí y en Lima, así que nos ha llevado a un sitio de lujo, como no cabía esperar, nos ha elegido un vino de lujo, lógicamente también es entendido en vinos, y la comida, excelente, también le hemos dejado que fuese él que pidiera, como no, Gulash de primero (pero exquisito, nada que ver con lo que habíamos comido hasta ahora), de segundo nada de pavo, ni de pollo ni de poll…, unos pedazo solomillos, con patatas, con cebollitas, con salsita, y él aún ha comido postre, pero nosotros hemos ido ya directos al café.
Así que a las 6 salíamos de Pécs regreso a Budapest, esta vez las tres horas del tirón, sin parar, sin chorradas, pero nos ha elegido un camino que va bordeando el Danubio para que fuéramos disfrutando del paisaje. Y tan bien habíamos comido que yo ni siquiera he cenado. Así de bien serviditos nos hemos quedado. Y lo mejor, la cartera guardadita todo el día, otra de las ventajas de ir con la empresa privada, que todo desgrava, y todo lo pagan, con factura, claro… que luego viene Hacienda, o como se llame por aquí.
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