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martes, 23 de marzo de 2010

Tribus de oficina.

Después del Tribus 2.0 que el amigo Miguel Angel el Maño nos exponía este domingo, ahora nos encontramos con otra clasificación mucho más tradicional, como son las tribus de la oficina. Y es que según explica Montse Mateos, en Expansión&Empleo.com, moverse como pez en el agua en un ecosistema de trepas, pelotas o mandones puede ser la clave de la supervivencia en cada jornada laboral.

Trepas, pelotas, mandones, los que no abren la boca, los que lo saben todo, los que se cuelgan todos los méritos, los relaciones públicas... Sobrevivir en esta tribu es cuestión de mano izquierda y también de integración. ¿Te identificas con alguna de ellas? Para facilitarnos la tarea, Verónica Corsini, psicóloga de la Fundación Humanae, expone cuáles son las características de cada tribu:

  1. El trepa: Tiene poca empatía con sus compañeros, lo que le permite seguir con su actividad al no establecer vínculos afectivos. Su meta es llegar a lo más alto, caiga quien caiga.
  2. El pelota: Persona insegura que no confía en sus propias capacidades y por eso se centra en adular a los que que pueden decidir sobre su futuro, los jefes. Su baja autoestima provocará que soporte, en ocasiones, los tratos vejatorios de sus superiores.
  3. El relaciones públicas: Tiene una elevada empatía, es extrovertido y cae bien a los demás. En ocasiones organizará reuniones con sus compañeros fuera de la oficina (cenas, comidas, etcétera).
  4. El mudito: Persona introvertida que no ofrecerá su opinión a no ser que sea estrictamente necesario. Procura pasar inadvertido como mecanismo de defensa.
  5. El que todo lo sabe: Tiene una respuesta para todo, aunque no se ajuste estrictamente a la pregunta. Puede parecer alguien instruido, pero acaba cayendo mal a sus compañeros porque aparenta quedar siempre por encima de los demás.
  6. El mandón: Arquetipo egocéntrico que opina que su forma de hacer las cosas es la adecuada y no tiene en cuenta las de los demás. Si es un empleado piensa que si todo el mundo hace lo que él dice las cosas irán mucho mejor; si es un jefe, su incapacidad para escuchar a los demás le hará parecer despótico con sus subordinados.
  7. El medallista: Intentará apropiarse para sí de los triunfos colectivos. Pensará o intentará que la gente piense que los éxitos logrados se consiguieron gracias a él.
  8. El que nunca tiene la culpa: Se escuda en los demás y no duda en echar la culpa a sus compañeros. Incapacidad para asumir sus propios errores y miedo al fracaso.
  9. El feliz: Contento con su posición en el trabajo. Agradable con los demás, y por eso también recibe simpatía, lo que refuerza su forma de ser. Tiene una resiliencia alta.
  10. El que quiere hacerlo todo: Confía en sus posibilidades, en ocasiones excesivamente. No reconoce sus límites y por ello acumula más trabajo del que puede solucionar. Crea para sí mismo un personaje de ‘poder con todo’ del que a veces no puede escapar.
  11. El gruñón: Tiene una actitud arisca con los demás. No es partícipe de las bromas y los juegos de la oficina. En ocasiones esconde una personalidad vulnerable que protege con hostilidad.
  12. El agobiado: No maneja el tiempo ni maneja su estrés. Puede contagiar su pésimo estado de ánimo habitual al resto de los compañeros del equipo.
  13. El despreocupado: Relativiza las cosas que le ocurren. Tiene un bajo nivel de estrés. Funciona bien en tiempos de bonanza pero está poco preparado para situaciones que requieran más dedicación.
  14. El hipocondríaco: El ‘enfermo imaginario’ está en constante preocupación con su cuerpo. No se maneja bien ante las situaciones de estrés ni de frustración y adjudica la problemática a una zona de su cuerpo.
  15. El seductor: Utiliza a los demás para ahorrarse tareas incómodas. Pero lo hace de una manera tan sutil, que pocas veces no consigue lo que se propone.
Aunque como todo, depende de con qué pié te levantes, puedes pasar de una categoría a otra en menos que canta un gallo...

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